A finales de los 80,se hizo muy popular una droga que entró con mucha fuerza en España y que acabó con el futuro prometedor de miles de jóvenes que vieron truncados sus estudios y dilapidaron cientos de miles de pesetas para evadirse de la rutina y de su (en ocasiones) triste realidad.
Por desconocimiento, muy poca gente se tomó en serio esta nueva droga. Esta es mi historia de luces y sombras, muy parecida a la de otros jóvenes, con esta droga llamada “Arcade”.
Allá por el año 90, transcurria mi infancia alrededor de la casa de mis “iaios” en una pequeña ciudad de Alicante. Un día, jugando al balón en un callejón, yo y mis primos vimos que por la puerta trasera de un bar unos señores introducían un armario grande con pantalla y mandos. Curiosos, nos quedamos viendo como los dueños arrancaban y probaban la máquina.
Era el “Jungle King” de Taito y fue mi primer contacto con la nueva droga que me llevaría a la perdición.
No tenía mucha atracción sin embargo esta máquina para mi, más allá que de vez en cuando me quedaba ensimismado viendo a un amigo de mis primos mayores pasar pantalla tras pantalla, lo cual fue bastante para que en una ocasión probara yo suerte con un par de monedas de 5 duros. Recuerdo los nervios de ver desaparecer, 5 durazos, ni más ni menos, (un dineral en chucherías si hubiese ido al quiosco de la esquina), coger los mandos y darle al botón… Una liana, otra liana, y muerte. Así unas tres veces. Desilusión, frustración y los 10 duros más rápidamente gastados de mi vida de 10 años.
Pase la prueba, la droga no me enganchó, los chicles, las pipas, los flases y hasta los quicos eran mucho mejor que eso. Pasó el tiempo, seguí llendo a la escuela, seguí creciendo y jugando con mis Playmobil y con los He-man. Y entonces una noche, mi padre nos llevó a mi y a mi hermano a cenar perritos calientes a un bar donde nos encontramos de nuevo a la droga. Y esta vez caí, y lo peor de todo, no caí solo, caí en compañía de mi hermano dos años mayor que yo, pues en dicho bar estaba “Blood Bros”.
La música, los disparos, los items, mi hermano y yo, mano a mano, codo con codo acabando con todos los forajidos del oeste. Las monedas que nos proporcionaba mi padre iban desapareciendo de nuestras manos rápidamente, pues habían muchos malos y ellos también disparaban y lo mejor es que no estábamos en ese bar por azar, era el bar que estaba enfrente del trabajo de mi padre y nos encantaba que nos llevara a comer perritos calientes allí. Ante el mosqueo de mi padre por pedirle tantas monedas, no quedó más remedio que esforzarse en ser mejores en el juego, aprendimos a esquivar balas, aprendimos a matar más rápido, aprendimos a usar bien los items y sin siquiera darnos cuenta, ya habíamos caído en las garras del “Arcade”.
Llegó entonces una época de mi vida en la que iba fijándome por la calle en el interior de los bares, ¿tenían máquinas?, ¿donde las tenían?, ¿Cuales eran? Y yo y mis amigos perdimos la vergüenza de entrar dentro de cualquier bar a fisgonear si habían máquinas y ver de cuales se trataban…
De camino al colegio, a la ida o a la vuelta, descubrimos un bar con una vieja máquina que recopila a varios clásicos, Mario Bros y Elevator Action se nos llevaron algunas monedas ahí, en algún otro bar había el fantástico Super Pang, pero lo más terrorífico estaba por llegar, porque empezamos a ver, lo que para nosotros era el paraíso, ¡Locales enteramente dedicados a tener “Árcades”! Y empezó la locura.
En la calle, la nueva droga tenía muchos motes "recreativas"y “maquinitas”, eran las más comunes, las salas de Arcade empezaron a salir como setas y del día a la noche pude ver como habían, 3 salas cerca de mi colegio, dos salas de camino a casa y dos salas más cerca de mi casa, entonces, empezó mi declive.
En la misma puerta de los recreativos más cercanos a mi colegio, “El Manolo” me robo cinco duros por primera vez en mi vida, y sentí mucho miedo, así que di por descartado visitar ninguna de las salas cercanas al cole porque pululaban muchos canallas de baja moral, más adelante sin embargo, me haría asiduo a una de ellas, pero de momento era imprudente acercarse allí.
Sin embargo, mi hermano mayor considero que la más fiable sala, era la que teníamos a mitad de camino y considerablemente cerca de casa.
Los recreativos “Los almendros”, y dado que iba con mi hermano, mis padres nos dejaban ir solos y empezamos a pasar tardes y tardes allí.
Esa sala, esa y no otra, fue en la que la droga me engancho al fin, Toki, Snow Bros, After Burner, Ninja Turtles, Sunset Riders y otras máquinas me engancharon para siempre y durante meses.
Todas las pagas caían, todas las vueltas de los recados, todos los 20 duros de la abuela y del abuelo me los gastaba allí, era inevitable, te encontrabas bien y además el dueño tenía un pequeño quiosco de chucherías dentro mismo de la sala para más confort, chuches, patatas y alguna lata de Cocacola, monedas de 5 duros y más gente “especializada” a la que poder ver jugar pantalla tras pantalla cuando a mi ya no me quedaba dinero.
Al tiempo y casi sin darme cuenta, mi hermano dejó de ir, y yo continue llendo solo. Mi madre empezó a sospechar. ¿A donde iba que no estaba con mi hermano? ¿Como gastaba el dinero tan rápido? Sospechas que llegaron al final, cuando vio que una tarde salí con una machacante moneda de 500 pelas, y volví a casa casi 4 horas después sin un solo duro.
Mi madre me descubrió, había caído en la droga de las “maquinitas”, era, como nos llamaron entonces, un “viciado”, me morí de vergüenza por decepcionar a mis padres, el mundo se abatió sobre mi y llegó mi castigo. Prohibido entrar en salas de maquinitas, no gastar ni un duro en “juegos” y reducción de la paga a la mitad. Se acabó, era un apestado, una vergüenza para mí familia, a pesar de la buena educación que me dieron, había caído y estaba enganchado.
Aquí empezó mi rehabilitación, nada de salas recreativas y menos pasta en el bolsillo, volví a centrarme en el estudio, empezaron a subir mis notas del colegio y todo iba bien y sin problemas.
Claro que a mi aun me quedaba la solución de ir de vez en cuando a los bares que tenían recreativas, y aquí descubrí tres joyas, el “Captain Comando” y el “The punisher” en un bar cerca de casa y el “Cadillac and dinosaurs” en otro de camino a la escuela.
Pasó un año y luego dos y para mi sorpresa empezaron a desaparecer algunos salones. Mi madre, poco a poco empezó a olvidarse del problema e incluso un día de reyes magos, apareció una Master System debajo del árbol.
Pero la droga dura, las verdaderas dosis valían 5 duros y estaban en la calle, no en casa y ahora que ya era más mayor, mis padres no me podían controlar y volví a caer en los salones del vicio supremo. King of fighters, Hammering Harry, NbaJam, World rally championship, Super Street fighter, Three wonders, X-men, Gi-joe, Alien VS Predators, Puzzle Booble… ¡Seguían habiendo buenísimos juegos!
El Pinky (es el nombre de un fantasma de Pacman ¿no?) , una sala pequeña, esa que estaba cerca del colegio pero a la que no fui de más niño por miedo a la mala gente, nos acogió como una nueva casa de placer.
El tiempo había pasado y entre esta sala y la de “Las máquinas blancas” descubrimos todo lo más nutrido de la droga pura de los 90 más tardíos.
Neo turf Master ,Pang 3, Metal slug, Out run, The Outfoxies en la pequeña sala que se convirtió en sala de tragaperras y más tarde en salón de apuestas.
Sega rally, House of the dead, Virtua cop 2,Silent scope, Die Hard, Area 51, Time crisis 3, vinieron tiempo después revolucionando mi mundo de vicio.
Esta droga empezó a decaer, en cuanto que ya había muchas máquinas bastante potentes al alcance de mi bolsillo y una vez entró por la puerta de mi casa una PlayStation me olvidé bastante del mundo callejero de los árcades.
Mucho, mucho más tarde caí en otra droga, el “Coleccionismo”, pero eso ya es otra historia.
Edito: algunas cosillas según me vienen a la memoria. Gracias por vuestra lectura.