Tomando como base el fantástico hilo creado por @Mencey_c sobre Comix Zone, he querido imprimir mi sello y compartir lo que significó para mí en su día uno de los videojuegos que más y mejores momentos me ha proporcionado en los 41 años que tengo.
Se trata, como no podía ser de otra forma, de Sonic the Hedgehog 2 de la grandísima Sega Megadrive.
Para mí supuso un antes y un después ver las primeras imágenes en movimiento de este título en el video VHS que venía de regalo en el número 7 de la revista Superjuegos: “Lo nunca visto de Sega: presentando Sonic 2”.
Es un juego que tiene ese “algo”, que no puedo explicar pero que desprende un carisma especial por cada uno de los poros del cartucho: diseño de personajes, enemigos, escenarios con numerosos planos de scroll, las novedosas e innovadoras (para la época) fases de bonus, la paleta cromática elegida, la música, las físicas, los nuevos movimientos, el multijugador (cooperativo y VS)…
Era una época en la que difícilmente teníamos otra forma de ver los juegos en movimiento antes de su salida. ¿Cuál fue mi sorpresa cuando salió el juego en 1992 y pude conectarlo a mi Megadrive? No sólo era lo que había podido ver como anticipo, sino que lo superaba con creces. La pantalla del título nos presentaba a un Sonic y Tails redibujados con un estilo más sofisticado, con un fondo distinto al del vídeo (que lo tomaba prestado de Emerald Hill) y con una animación inicial que era toda una declaración de intenciones del espectáculo que estaba a punto de comenzar.
Sonic 2 toma como base la primera aventura del erizo y sube la apuesta en todos y cada uno de los aspectos que conforman el juego. Todo es más grande, más bonito y más ambicioso. Aquí no vale el dicho “menos es más” y aplican el “MÁS siempre es MÁS”.
Pasamos de 1 jugador a 2, de 6 zonas a 10, modo competición a pantalla partida, los loopings se multiplican en número y formas, las fases acuáticas no tienen por qué serlo si se es hábil y se eligen caminos que eviten sumergirnos y ralentizar la acción, un nuevo movimiento fundamental y que hace que al jugar al Sonic original nos falte ese imprescindible Spin Dash, zonas más épicas, fases de bonus en pseudo 3D y sobretodo MÁS velocidad!
Para mí fue todo un acierto pasar de 3 actos por zona a 2 (salvo en Metrópolis) porque permite una mayor variedad de escenarios y melodías. Éstas últimas, para mi gusto, son de lo mejorcito de la saga y del sistema en general.
Se agradece la posibilidad de jugar sólo con Sonic, con Sonic y Tails manejado por el sistema o por un segundo jugador, y lo mas curioso de todo: sólo con Tails, lo que significa jugar a Sonic sin Sonic! Lástima que hasta la siguiente entrega no se incluyera la opción de poder volar.
Las fases de bonus son muy frenéticas y divertidas. Es cierto que el efecto gráfico no ha envejecido tan bien como el resto del juego, pero cotextualizadas en su época son espectaculares.
Así como en otros juegos de la saga hay zonas a las que me da más “pereza” jugar, en este caso no hay ninguna que cambiaría. Me parecen todas perfectas. No hay nada como cruzar Emerald Hill a través de lo loopings y tirabuzones con ese precioso manto verde de fondo, entrar en Chemical Plant y dejarnos caer por esas rampas y conductos infinitos, sumergirnos en Aquatic ruin esquivando flechas y evitando morir ahogados, disfrutar en Casino Nignt como si de un pinball se tratara, subir a lo alto de Hill Top observando desde allí las nubes sin despistarnos y caer en la lava, explorar Mystic Cave disfrutando de esa música fantasmagórica, zambullirnos en Oil Ocean resbalando y sorteando tapaderas traicioneras, esquivar todos los peligros de la laberíntica Metropolis, volar con Tails en Sky Chase, alcanzar Wing Fortress sin caer al vacío para terminar venciendo al Dr. Robotnik en Death Egg!
Eso sí, es una lástima que finalmente se quedara fuera Hidden Palace, que era prometedora.
Es un título tremendamente rejugable con una curva de dificultad muy ajustada que invita a seguir superando unos niveles que requieren el punto justo de exigencia sin caer en momentos de dificultad desesperante.
Hay quien criticó en su día la excesiva velocidad en momentos en los que parece que Sonic va a su aire dando la sensación de que no necesitaba “nuestra ayuda” para seguir avanzando. Desde mi punto de vista reconozco que hay momentos así, pero están muy bien espaciados y distribuidos en ciertas partes de los escenarios (sobretodo concentrados en Chemical Plant) y aportan una espectacularidad y vertiginosidad que responde a la naturaleza del personaje. No cambiaría este aspecto porque considero que fue un acierto, aunque arriesgado, ya que no era algo habitual en aquel entonces.
¿Y qué decir del “momentazo” Super Sonic? Era una época en la que Dragon Ball estaba en su punto álgido de popularidad y poder ver como nuestro personaje favorito podía transformarse no tenía precio.
En definitiva, es una joya de la historia de los videojuegos que sigue siendo tan divertido como entonces. Cuando algo está bien hecho es un regalo atemporal que disfrutamos en su día (yo tenía 12 años), lo sigo disfrutando ahora y también lo harán los que vengan detrás.
Gracias Sega por esta gran aventura!