Yo la verdad aún encantándome los coches tras probar en las diferentes épocas un Ferrari GTB, un Testarrosa y este Modena, en entrar por la puerta un Maserati GT vamos, ni lo dudé, me decanté por esta última marca como coches super deportivos, eso sí, con desconocimiento de los Audi R8, Aston Martin y alguno más.
Eso sí, cuidado si probáis un Chrysler Viper, porque el que probé yo con simplemente desembragar ya derrapaban las ruedas propulsoras. En primera para segunda misma secuencia, tercera y porque ya no comprobé en cuarta para quinta, menuda potencia la de los 450 CV que tenía esa unidad que me entró para reparar, en azul metalizado con dos franjas centrales en blanco, llamativo era, el grosor de las ruedas traseras era prácticamente todo mi brazo alargado.
Uno tal cual como este habiendo sido su propietario piloto de Fórmula 1 si no recuerdo mal.
Y vamos, del material como precio ni hablar, el capó delantero en aquella época 4.000.000 millones de pesetas, 24.000 euros actuales, cada llanta unos 1.200 euros, cada parachoques más de 2.000 euros…
Esto lo sé porque lamentablemente el cliente que por segunda vez dejó el coche se salió de una curva de la autopista tal cual uno de los coches de policía en Encuentros en la tercera fase.
Gracias al chasis tubular de acero y carbono tan solo se reviró salvándose el dueño, porque lo que es el coche quedó sin ruedas, parte frontal y otras tantas piezas que ascendían más que el propio vehículo nuevo.