Qué pasa gente? Muy buenas! Aunque llevo media vida coleccionando videojuegos, siempre me he mantenido apartado del mundo de los foros, principalmente por falta de tiempo. Eso sí, de vez en cuando me he pegado unas buenas risas disfrutando como espectador (eufemismo para creepy lurker) de acalorados debates sobre temas peliagudos relacionados con nuestro querido hobby.
Siempre me han fascinado las artes del material nipón, con portadas y manuales sobrecargados de minúsculos detalles que invitan a pasarse las horas muertas disfrutando de cada maravilloso micrómetro cuadrado. Sin embargo, a pesar de que la región ntsc-j siempre ha disfrutado de un lugar privilegiado en mi corazón (y en mi bolsillo), intento mantener una actitud curiosa y una mente abierta como coleccionista, sin hacer ascos a títulos europeos o americanos. De hecho, me considero un coleccionista bastante obsesivo y, cuando un título me vuelve loco, busco conseguirlo en sus tres variantes regionales, aunque, a decir verdad, temas coreanos o brasileños… meh, nunca me han tirado mucho.
En cuanto a mi nivel de exigencia, diré en clave de humor (bueno, ehem, a medias, jajaja) que me considero un coleccionista patológico o, más bien, una especie de comprador de videojuegos compulsivo. Es más, al igual que en Tinder, no tengo ningún tipo de listón cuando toca darse la putivuelta por eBay: tanto me atrae la piba inalcanzable que está diez ligas por encima de mis posibilidades, como la yonki desdentada que se ha maquillado con la escopeta de Homer Simpson. En caso de que este símil no sea lo suficientemente gráfico como para describir mi actitud ante el coleccionismo de videojuegos, permitidme confesaros que lo mismo gasto cantidades obscenas de dinero en un único ítem mint a precio de valor refugio, que compro cien mil morcillas en estado vertedero a precio de derribo. Sí, hijos míos, yo soy así. Recordáis ese vídeo en el que Virtua termina diciendo que “el mejor coleccionista es el que sabe disfrutar de lo que ya tiene”? Jajaja, la de veces que me habré dicho a mí mismo esa frase, en un intento de frenar mis impulsos de acumulador nivel Diógenes.
Del mismo modo que soy un ansias a la hora de comprar, tampoco tengo problemas a la hora de activar el modo Marie Kondo, y (mal)vender ítems de mi cole que ya no me aportan felicidad. Supongo que a algunos de los que habéis llegado hasta aquí os habrán saltado las alarmas en plan “oh no, reventa! Especulador mortífero! Se acaba de presentar? Baneado del foro ya! Quién dice baneo? A la hoguera por hereje!” Y nada más lejos de la realidad: cuando doy salida a un ítem, hago palmas con el culo el día que consigo “cederlo”, recuperando así el dinero que me gasté en él. Porque, del mismo modo que me quema el dinero en la cartera al minuto de cobrar, me incomodan el espacio y el valor monetario empleados en un ítem que ya no quiero en mi cole. Es más, llegó un día en mi vida como coleccionista en el que, viéndome incapaz de parar de comprar, decidí que mi colección no pasaría de cierto tamaño y valor. Tampoco he tenido nunca mucho complejo de Gollum en lo referido a mi “tesoro”: cuando un ítem ha dejado de entusiasmarme, bye bye. Así que, para que entren nuevos ítems, otros tienen que irse. De hecho, jamás entenderé esa especie de tabú o estigma que gira en torno al hecho de decir adiós a elementos de nuestras coles. Cuando vendemos, parece que dicha decisión tiene que estar ultra justificada por una causa de fuerza mayor, tipo “mis hijas estaban empezando a sufrir raquitismo” o “había un torpedo soviético apuntando hacia mi vitrina”. Pero vamos, lejos de sentirme culpable por vender de vez en cuando, me siento más bien como un tontolaba que hace felices tanto a compradores como a vendedores: a los primeros, cuando me pillan una joya a precio de buffet del Domino’s; y a los segundos, cuando adquiero sus castañas a precio de oro. Dato anecdótico: a principios de los 2000 vendí en un Cash un lote de videojuegos que incluía, entre otros títulos, un Megaman 7 Pal sin manual y un Fatal Fury Special Pal de Mega CD completo. Me compraron el lote a precio unitario, valorando cada ítem en un promedio de seis euros. Jajajaja, el que fuera después a comprarlos, triunfó ese día!
Pero lo hago encantado, porque lo que me reconcilia con la vida es la búsqueda constante y los nuevos objetivos (por descabellados que sean). Buscar ese ítem en la mejor relación estado/precio posible y lanzarme sobre él como una pantera agazapada entre la maleza en cuanto sale a la venta; comprarlo y esperar con ilusión a que el cartero/mensajero (quien ya a estas alturas me conoce mejor que algunos de mis amigos o miembros de mi familia) me lo entregue y, de paso, recordar así viejos tiempos en los que, siendo un crío, compraba por teléfono juegos de Megadrive en el Centro Mail; limpiarlo, probarlo y ojearlo con detenimiento; pasarme un mes en el que lo primero que voy a mirar nada más llegar a casa del curro es ese nuevo ítem… En fin, qué os voy a contar que no sepáis ya?
Por cierto, el hecho de llevar dos décadas comprando y vendiendo videojuegos como un pollo sin cabeza me lleva a un par de reflexiones que quería compartir con vosotros y que, aun siendo dos temas distintos, llevan a la misma conclusión: el momento tan malo en el que estamos para coleccionar (a mi parecer, que esto no son más que opiniones personales, vaya).
Por un lado, está el tema repros/conversiones, sobre todo en lo referido al material japonés, ya que algunos vendedores nipones (e importadores europeos) parecen tener el código de honor samurái un tanto diluido entre sake y salsa de soja. En fin, quiero imaginar que lo hacen más bien por desconocimiento pero, sea por la razón que sea, lo cierto es que se están colando muchas repros de material nipón en el mercado. “Y tú cómo sabes eso, listillo?” Os preguntaréis algunos. Pues porque, aunque no tengo una colección por valor de cientos de miles de euros en casa, han pasado muchos juegos por mis manos. Es más, ha habido títulos que los he comprado, vendido y vuelto a comprar más veces de las que estaría dispuesto a confesar (y no sin morirme antes de la vergüenza). Cuando han pasado quince unidades de un mismo juego por tus manos, y has llegado a tener cuatro o cinco unidades de ese título al mismo tiempo, si hay algo raro la decimosexta vez que lo compras, lo captas al vuelo. No te hace falta comparar con otras unidades tonalidades o niveles de saturación, ni coger tu báscula profesional para comparar gramajes (que cualquiera que te vea pensará que te dedicas a cortar y vender mandanga). Solo con el tacto en las manos y el ojo biónico desarrollado tras años coleccionando tienes suficiente información para saber que te han colado una falsificación. Tsché, y cada vez las hacen mejores! Es por eso que hay una serie de sistemas que vendí en su día y que ya nunca volveré a coleccionar. Snif snif.
Por otro lado, está la mentalidad de tiburón cada vez más extendida entre la gente que se ha subido al carro del coleccionismo en los últimos años. Jejeje, pero bueno, esto, aunque nos toca la moral, lejos de ser un tema serio y preocupante como el de las conversiones, creo que no debería hacernos sino sonreír porque (de nuevo, en mi opinión) algunos de los que han comprado material con el único objetivo de hacer negocio se van a meter unas hostias importantes. De hecho, aquí dejo un par de fun facts para “inversores” que se han metido en este mundillo con el símbolo del dólar grabado en sus retinas: a principios de los 2000, era más caro comprar un Rockman 8 japo de PS1 que un Megaman 8 europeo (al menos en Chollogames); y hasta hace unos pocos años un Ristar de MD Pal era ligeramente más caro que un Gunstar Heroes, y ya no digamos comparado con un Rocket Knight. El valor de mercado cambia en base a los intereses de los consumidores, y nadie tiene una bola de cristal para saber qué va a estar de moda en el futuro. Así que nada, majetes, suerte y a dar el pelotazo XD
Como último capítulo de este Antiguo Testamento, diré que en estos dos último años he estado, por primera vez en mi vida, coleccionando por nostalgia (será la crisis de la mediana edad). Juegos de Nes europeos, que hace veinte años me parecían PALetadas reventadas a precio de caviar iraní, poseen ahora (sí, en pleno 2022, el mejor momento de la historia para coleccionar Nes, sin duda) un atractivo incomparable.
En fin chavales, perdonad por el ladrillo. Jejeje, Snake, no quieres que la gente se describa bien en sus presentaciones? Eso sí, como compensación diré que lo mismo no vuelvo a escribir hasta dentro de dos años. No por falta de interés en un hobby que me define como persona y que ha sido siempre parte de mi vida, sino más bien por falta de tiempo (hay que trabajar mucho para poder comprar videojuegos). Venga, un abrazo a todos y pasad un buen domingo tarde/noche jugando a la consola!