Esta era la que compraron mis padres en la ferretería Florida, una tienda que como su nombre indica se trata de una ferretería bastante importante en un barrio de Alicante, y grande, aparte de tener otra para productos industriales.
Así mismo luego compraron la Radiola Hi-Fi. El caso es que como anécdota tuve que irme a casa de mis abuelos a pasar un día entero por razones de trabajo de mis padres, entonces me armé con la Atari 2600 y me dispuse a conectarla, diciéndome mi abuelo que podría estropear la televisión ¿a quién no le dijeron algo similar?
Por cierto compraron la misma pero con esa ampliación de doce programas.
Pero él fue siempre una persona comprensible y me dijo sin objeciones que podía conectarla un rato, pero ese rato fue el día entero, descansando tan solo para comer, je, y le demostré que no pasaba nada y ¡menudo el vicio que mellevé ese día!
Tanto que lo recuerdo como si hubiera sido hoy mismo.
Me encantaba/flipaba el tacto sensorial, nada más prácticamente acercar la yema del dedo cambiaba de canal, los leds rojos con un tamaño considerable para la cadena o programa seleccionado, aprovechando en ver el 10, 11 y 12 en casa de ellos, ya que repito la de mis padres solo alcanzaba tener ocho programas.
Esa sensación de robustez que ofreció el botón cuadrado de encendido y apgado con ese clic que sonaba bien fuerte, calidad por todos los costados con esa pantalla, carcasa en madera, pero madera de verdad, no lo que luego terminaron siendo incluso los televisores de la propia marca y todos los restantes hasta su extinción en el mercado.
Menuda sonrisa acabas también de producirme. La razón de ello es que terminé por hacer un montaje de aúpa como el conectar por euroconector uno de los vídeos que tenía en el salón hacia otro en la terraza, y desde este por RF hacia la Radiola.
Claro, esa Radiola estaba antes en el salón pero se averió un domingo por un componente que dejó de dar imagen. Y mi padre estaba viendo un partido de futbol entre España/Francia.
Como otra anécdota sobre estas pantallas salimos disparados con el Citroën GS Pallas a Alicante desde la playa al haber comprado recientemente un piso allí mis padres, a principios de 1982, para subir y coger entre los dos la Philips, cargarla en el coche, llegar al apartamento, subirla y conectarla.
Vamos, ni la Policía hubiera tardado menos en realizar el recorrido de ida y vuelta. Y en parte es el “culpable”, mi padre, el que me haya originado el tener desde hace ya un tiempo una pantalla de tv en el salón y otra en la terraza, siendo ahora dos encantadoras led.
Mmmm, he viajado en el tiempo escribiendo esto.