Yo cuando niño deje el Ninja Gaiden de Master System a un amigo del colegio (bueno desde ese momento, ex-amigo)… Se lo deje por un fin de semana solo. El me dejó a cambio el Enduro Racer… Vaya mierda de cambio. No es mal juego, pero comparado con Ninja Gaiden…
Pasaron 3 semanas de “perdona, se me ha olvidado”, “mañana te lo traigo”, “a si, esta en mi casa, perdona tío…”…
Hasta que un día me canse y le dije que “esta tarde voy a tu casa a por el juego”… Y me dijo que no estaría precisamente esa tarde, “tenía cita con el dentista”…
El se pensó que me lo creí. Y aún así me planté en su casa, pegué en la puerta y me salió su madre. Pregunté por el y me dijo que estaba en el cuarto, le pregunté a su madre si iban al dentista, a lo que su madre mirándome con cara extrañada me dijo: ¿dentista, no porque…?.. Y yo le dije, nada tu hijo sabrá.
Vino a la puerta con la cara desencajada… Y su madre mirándolo y le pregunta: ¿qué pasa, que es eso del dentista?..
El con cara de consternación le dijo nada mamá, es que viene por un juego que me presto… Y ella le dijo bueno, “pues devuélveselo”…
Así que va y mira a su madre, me mira a mi… Y con voz entrecortada va y le dice a su madre: “es que no puedo… Porque lo vendí”…
Así que yo me quedo patidifuso y su madre más aún… Sobretodo porque su madre haciendo lo que ni yo hubiese hecho mejor en ese momento, le dio un guantazo a su hijo, mi amigo hasta ese mismo momento, que creo que aún se estará acordando. Su madre fue mi mejor aliado.
Le dijo, “corre con este niño, ve a quien se lo vendiste le devuelves el dinero y le das el juego a este niño que es suyo” …
Yo mire a la señora y le dije bueno, aquí le traigo yo este juego que fue el intercambio. Me saque el Enduro Racer de la mochila y se lo fui a dar, con la misma la madre me dice: “No, ese juego te lo quedas tu también, así mi hijo aprende a que no se vende lo que no es suyo y perdona porque así no lo he educado”.
Una señora totalmente justa a mi parecer…
Así que fui con este chaval a buscar al otro que se lo había vendido. Estaba en otro barrio, el viaje duro 10 minutos en bici, donde ni nos miramos a la cara.
Cuando llegamos, la situación fue algo diferente… Nos abrió la puerta también la madre de este tercer chico. El obviamente no sabía que el juego era mío realmente y que no le había dado permiso al otro para venderlo. Y se negaba a devolverlo porque de ia que le daba igual y encima su madre lo apoyaba en eso, decía que “su hijo no había robado el juego, que se lo había comprado y que ya era suyo… Así que si no quería devolverlo el juego no saldría de su casa”.
Pero yo tenía una baza… A todos mis juegos les ponía mis iniciales con rotulador permanente y pegamento para que fuese imposible borrarlo.
Así que a la señora esta, le dije. “Ese juego que tiene su hijo es mío, yo no sé lo he vendido a nadie, y tiene mis iniciales escritas. Si no me lo devuelve su hijo ni usted, iré a a la policía”…
Se ve que al nombrar la policía se acojonó un poco la señora y le quito de malas maneras el juego a su hijo de las manos y me lo dio…
Allí deje al uno y al otro discutiendo. Yo había ganado…
Y encima tenía mi juego y el Enduro Racer que lo considere trofeo de guerra…
Nunca dejé un juego más en mi vida…