Dejo de lado por un momento mis apuntes de opos, me centro y respondo a un hilo que quiero pensar ha dado mucho jugo.
Por una parte tenemos la historia de [member=27]ULTRA4THGEN[/member], la cual es el vivo reflejo de darte cuenta que hay algo ahí se te está escapando completamente de tu control. Cuando el hobby se convierte en obsesión, cuando la compra de un juego no es suficiente como para pararte y detenerte a ADMIRAR lo que tienes entre tus manos, es cuando ves que hay un pequeño problema que se debe solucionar.
Vuelvo a recordar, como dije en el primer momento, que esto tiene una base biológico-conductual: la liberación de dopamina. Cuando uno está literalmente enganchado a algo, cada vez que sacia esa necesidad con un estímulo, la respuesta inmediata es la liberación de dicha hormona. Personalmente, soy un fumador que no fuma; o, lo que es lo mismo, soy una persona que hace casi un año que decidió abandonar tan mal hábito (aunque debo reconocer que CASI recaigo con esto de las oposiciones, que son un martirio) y, encender un pitillo, era sinónimo de liberar dicha sustancia.
Pero… ¿Qué pasa con esa maldita hormona?
Pues que es una espada de doble filo. Por una parte evoca un estado eufórico o de profundo placer/relax, pero es como un orgasmo, como un clímax; tan rápido como se viene, se va. Y es ahí cuando aparece la ansiedad, la necesidad de más hormona mágica… Y esto se traduce en otro cigarrillo (junto a la acción de la nicotina), otra copa, otro vestido, otro par de zapatos… U otro videojuego.
La adicción no es más que un descontrol de la propia ansiedad. ¿Cómo solucionarlo? Haciendo un desvío de la mirada hacia otra parte más positiva, o realizando un GRAN esfuerzo cognitivo-conductual en el que te das cuenta que no necesitas nada de lo que compras para ser feliz, ya que hay otros estímulos en tu entorno que te evocan esa felicidad.
Y ahora, tras este tochaco propio del ámbito de la psicología, vamos a extrapolarlo a lo que aquí nos toca de lleno: el coleccionismo.
Cuando escribí este mensaje, hará unos meses, estaba en un estado de crisis. Estaba hasta arriba de curro, tenía que prepararme una programación y estudiarme unos temas para unas oposiciones (de las que estoy a un par de días o a una semana de terminarlas, según la fortuna que tenga), NO tenía ningún tipo de motivación para estudiar dichas opos, venía de un largo coqueteo con la ansiedad (más allá del coleccionismo)… Y todo hizo explosión absoluta.
Gastaba por pura necesidad de hacerlo, sin que apenas me produjera placer. Un maldito desastre.
Pero llegó un día, ese MÁGICO día, en el que estaba en casa hablando con mi pareja de a saber tú qué, y abrí la vitrina mágica. Ha habido cambios durante estos últimos meses, ya que he ido comprando packs y otros tantos juegos, por lo que ha habido idas, venidas, retiradas, y un viaje a casa de mis padres para llevar otra caja más que tendrá que ser almacenada durante un tiempo indeterminado.
A lo que íbamos.
Ese mágico día, o noche, abrí la vitrina. Y me puse a contemplar todo lo que tenía en ella. Cogí el Final Fantasy X que me compraron de adolescente, lo saqué de la bolsa, lo abrí, ojeé el manual, miré la serigrafía… Después baje un peldaño más, y me puse a contemplar los juegos de Digimon. Le expliqué a mi pareja un par de anécdotas con los juegos de Data Squad y Dusk; cómo lo jugué en la PS2 vía piratas del caribe, o cómo me tiraba hasta las 5 de la mañana con la DS Lite de mi hermana viciando al Dusk en verano, estando de vacas. Después le enseñé los tres de Vita, y le comenté que no había manera de encontrar una de sus versiones a buen precio.
Después bajé un poquito más, y me puse a observar los Zelda.
“Anda que tener el A Link to the Past en una caja repro… Ya te vale” -pensé… Pero no sentí la necesidad de tenerlo completo. Luego cogí el Majora’s, el cual compré hace unos meses directamente de UK en un estado que considero genial. Sin sacarlo de la caja PET, contemplé todos sus costados, el color, la máscara que parece mirarte en la portada… Luego saqué la Guía de Textos del Ocarina, y le expliqué a mi pareja que eso era imprescindible si querías enterarte del juego cuando eras un crío. Tras eso, cogí el propio Ocarina y le expliqué que había un par de versiones españolas, que el mío era un pequeño Frankstein (porque tenía el manual ESP y la caja era propa del PAL-NEAI), pero que no me corría prisa por conseguir uno nuevo, que “ya aparecería”. Recuerdo que después cogí el Wind Waker que había adquirido más recientemente, lo observé a contraluz y aquellas taras que en su momento me parecían TAN exageradas (esa tinta dorada tiende a oscurecer a contraluz si ha estado apoyado en algún sitio, o lo han guardado apilado con juegos encima), me parecían ínfimas, superficiales…
Y fue ahí cuando me di cuenta que, aquello que me producía ansiedad (tengo un WindWaker con taras, el manual de mi Ocarina es de otra versión, uno de los FF tiene un trozo de caja rota…), me estaba produciendo PLACER.
Porque, sin darme cuenta, empecé a cambiar el chip y ver la colección en su sentido más global y como un logro; no como aquello que quería tener y NO tenía.
Desde ese momento he logrado un autocontrol mayor, he vuelto a disfrutar como un enano de este hobby y, en definitiva, me he vuelto a reencontrar con ese Jordi de hace doce años, donde cada compra era una pequeña victoria, un logro, una alegría… Tuviera una tara, la portada del manual doblada, un golpe, la caja con algo de sunfade… Sólo que el Jordi de ahora es más selectivo, más exigente, y comprende que hay que priorizar, no volverse loco y, en definitiva, si no se puede conseguir algo en el estado que se quiere… NO - PASA - NADA. Ya saldrá. Y si no sale… NO - PASA - NADA. Y si al final no se tiene un juego porque no me apetece gastarme esas tres cifras que piden por él… NO - PASA - NADA. Hay otras prioridades en la vida.
Aunque este último mes haya ido con la cartera más abierta de lo normal por la extra, siento que la necesidad de comprar por ansiedad se ha ido reduciendo de forma muy drástica, hasta el punto de ser algo testimonial y en momentos muy determinados, por el mero hecho de no pagar un sobrecoste dentro de X tiempo. Ey, tampoco es mi culpa que se me hayan cruzado ofertas jugosas y varios juegos que quiero de lanzamiento…
En definitiva, y como se ha comentado de forma trasversal a lo largo del hilo: mente fría, cabeza, organización, tener claro que se quiere, no gastar por encima de tus posibilidades, comprar lo que puedas probar como mínimo (como dijo [member=8]giru85[/member])… Y, lo más importante: DISFRUTAR del coleccionismo, a la par que disfrutas de ir a cenar con tu pareja y hacer planes con ella, de coger un vuelo e irte a la otra punta de España con un amigo, a tomarte unas cervezas con los amigos del barrio de toda la vida…
Como dijo [member=27]ULTRA4THGEN[/member] en su mensaje…
El único coleccionista profundamente feliz es aquel que sabe mantener felices a los que tiene a su alrededor al mismo tiempo que mantiene su pasión por coleccionar.
Y qué razón tienes.
Amigas, amigos… Un gran, fuerte, y profundo abrazo. Voy a por el tema 17 de 25… Deseadme suerte